Claudina Zúñiga y su hija
Cuando Tamara Oliva le contó a su familia que la música no era solo un pasatiempo, sino su vocación, la reacción inicial no fue de alegría absoluta. Pero al poco tiempo se dieron cuenta que era lo que realmente la apasionaba y no les costó brindarle todo el apoyo para que se titulara de Pedagogía en Enseñanza Media con mención en Artes Musicales, además de obtener una licenciatura en educación y una en música en el Inacap de Santiago.
“Al principio nos sorprendió a todos su decisión, pero como la vimos feliz en la carrera decidimos apoyarla y no nos equivocamos. Hoy estamos orgullosos de que sea profesora”, comenta Claudina Zúñiga, su madre.
Por su parte Tamara agradece todo este apoyo que la llevó a cumplir su sueño. “Es importante el apoyo de los papás y estudiar algo que realmente se quiere, porque si no después uno va a trabajar un tiempo y se va a dar cuenta que no es feliz”, explica esta joven profesora.
Egresada del Colegio San Francisco de Asís de Salamanca, Tamara se había esforzado cada año por obtener un buen promedio enfocada en la PSU. Era el año 2012 cuando, junto a su familia, recibió la gran noticia de que podía contar con un aporte económico que le permitió costear su carrera. “La beca me llegó de sorpresa porque no existía”, ella fue parte de la primera generación de becados de Cuncumén con excelencia académica. “La beca fue un apoyo, la carrera de ella es cara y nosotros no teníamos la posibilidad de postular a ningún beneficio, como que llegó del cielo”, confiesa hoy su madre.
“Lo que sí me costó fue mantenerla porque de repente uno igual se da bajones de notas y no tener promedios rojos fue difícil. Nos exigían promedio sobre 5.0. Pero si te dan el beneficio uno igual tiene que dar algo a cambio: el esfuerzo”, comenta Tamara, mientras recuerda que no fue fácil asumir los cambios que conlleva trasladarse a Santiago, pero, que sin duda, el esfuerzo valió la pena. “Es difícil salir de la casa porque se extraña la familia, pero siempre hay que ser constante y pensar que uno va a volver. Tener esa motivación es lo que me mantuvo firme además del apoyo de la familia.”
Una vez egresada, Tamara hizo su práctica profesional en un Liceo Técnico de la comuna de Ñuñoa, y este año inició su vida laboral como profesora jefe de un primero medio en el Liceo C-16 de Salamanca. “Al comienzo pensé que iba a ser más simple, pero el mundo laboral docente es complejo. Hay que ser bien fuerte. Pero hay un grupo de colegas que me han ayudado bastante. Estoy feliz con mi curso”.
Su plan es continuar ligada a la docencia y ojalá ejercer en un colegio rural de la comuna. “Siento que la educación rural está con muchas deudas y ahí está el trabajo”. Mientras tanto, dedicará todo su esfuerzo en los alumnos de su curso que está formado, en su mayoría por estudiantes que vienen de localidades rurales de Salamanca.
Tamara Oliva impartiendo un taller de música en el Liceo C-16 de Salamanca
Publicado en el boletín de marzo 2018
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